cambiaMO, junto con Asia Pacific Network of Environment Defenders (APNED), Center for Environmental Concerns – Philippines, CIVICUS, Global Witness, International Federation for Human Rights (FIDH), Natural Justice, Amnesty International, Brazilian Committee of Human Rights Defenders y ACE Observatory, organizó un evento paralelo durante la COP30 titulado “Defensoras y Defensores Ambientales y Comunidades: Una Prioridad Transversal en las Negociaciones y Decisiones sobre el Clima”.

La sesión fue moderada por Denise Dora, Enviada Especial para la Transición Justa y los Derechos Humanos. El panel estuvo integrado por representantes de la Transición Justa y Derechos Humanos, del Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía de Brasil, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), de FIDH, Natural Justice, una mujer Maya Mam y Maya Quiché de Guatemala, una defensora ambiental de Kenia, el Center for Environmental Concern Philippines, la comunidad quilombola de Cariongo (Brasil), una activista y abogada ambiental y de derechos humanos de la República Democrática del Congo (RDC) y el Brazilian Committee of Human Rights Defenders.

Representantes de la ONU ofrecieron una visión general de la grave situación que enfrentan las personas defensoras del medio ambiente. Con el aumento de los desastres climáticos y la competencia por los recursos, las y los defensores se encuentran en primera línea de contextos hostiles e inseguros, protegiendo sus patrimonios culturales y naturales frente a la explotación, la intimidación, la violencia, la pérdida de libertad e incluso la muerte.

Sin embargo, fueron las propias personas defensoras quienes compartieron los relatos más conmovedores y los mensajes más profundos. Procedentes de Guatemala, Brasil, Kenia, la RDC y Filipinas, hablaron de su vínculo con los bosques, ríos y tradiciones agrícolas de sus comunidades, y de su papel en la protección de la diversidad ecológica que beneficia a todas las personas. Una de las defensoras preguntó al público si les gustaba el café, el azúcar y el chocolate —tres productos muy consumidos en el Norte global—, y explicó el intenso trabajo que implica producirlos a bajo costo y el impacto que tiene en los cuerpos de quienes los cultivan.

Muchas de las personas panelistas han recibido amenazas de muerte o han sido arrestadas por oponerse a proyectos extractivos, desalojos forzosos y por luchar por el acceso y defensa de sus territorios.

Todas las intervenciones coincidieron en la necesidad de que la COP30 genere una decisión concreta que fortalezca la protección de las personas defensoras ambientales, reconozca el conocimiento ancestral de las comunidades en primera línea como ciencia válida, las incluya en las negociaciones climáticas y garantice la responsabilidad de individuos y empresas por los daños que causan a las personas y al planeta.

Las palabras de cierre estuvieron a cargo de Alane Luzia da Silva, del Brazilian Committee of Human Rights Defenders, quien habló sobre una nueva política nacional en Brasil destinada a aumentar la protección, asegurar espacios para las comunidades en la toma de decisiones políticas y garantizar la rendición de cuentas institucional.

El panel coincidió en que no hay justicia climática sin proteger el derecho de las personas a participar de manera segura en la acción climática, y que necesitan que comunidades de todo el mundo se solidaricen con quienes defienden sus territorios, no solo por sus propios derechos, sino por el bienestar de toda la humanidad.

Un agradecimiento especial a Global Witness, la organización anfitriona local, por garantizar la justicia lingüística y ofrecer traducción asincrónica entre portugués e inglés.

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